domingo, 25 de septiembre de 2011

El cigarrito de después

Se levantan del suelo sacudiéndose los pantalones.
— ¡Joder! Vaya ostia…
— No he visto la puta curva.
—Solo a ti se te ocurre rebuscar en la guantera.
—Quería un cigarro…
—Podrías habérmelo pedido.
—Límpiate. Tienes sangre en la nariz.
Se restriega la nariz pero no se quita la sangre. Se quedan un rato en silencio, observando el coche arrugado en la cuneta.
—Oye, esos ¿no somos nosotros?
Dice señalando al coche. Se vuelve a rascar la nariz.
—Pues… —Se fija bien entornando los ojos — Si no somos, se parecen mucho.
—Tienes manchada la camiseta de sangre.
— ¡No me jodas! Es nueva…
Se miran. Se sacuden otra vez los pantalones. Entonces, llegan ambulancias y coches patrulla. Todos se apilan alrededor del coche arrugado de la cuneta.
— ¿Qué hace aquí toda esta peña?
No contesta. Se toca la camiseta.
Órdenes y carreras. Nadie les presta atención. Están pendientes de los cuerpos de dentro del coche. Alguien pide la ayuda de los bomberos. Están incrustados en el acordeón del fuselaje.
—Joder, vaya mierda. Mi camiseta nueva al carajo.
— ¿Qué hacemos? —  Se encoge de hombros.
— ¿No tendrás un cigarro?

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