sábado, 11 de junio de 2011

No solo fue la caída del muro de Berlín

La noche en la que cayó el muro de Berlín, perdía la virginidad en el asiento de atrás de un coche. Sí, ya sé… muy romántico. Fue con un fulano que no tardaría en dejarme plantada una vez acabara la faena. Llegué tarde a casa con el dolor del desliz todavía entre mis piernas y preocupada pensando en la que me podía caer encima por el retraso. Me sentía sucia como si llevara escrito en la frente la palabra pendón. De camino a casa, ya en el asiento delantero, imaginaba el sermoncito de mi madre pidiendo explicaciones. Imaginaba a la boba de mi hermana pinchando para que me castigaran sin salir. Hasta llegué a imaginar alguna bofetada de cinco dedos de las que mi padre se había sacado un máster. Cuál fue mi sorpresa, que nadie me prestó atención en cuanto entré por la puerta. Toda mi familia estaba pegada al televisor, embelesada con la caída del muro. Mi madre me había guardado cena. Pero a mí no me pasaba ni una miga de pan. Así que, me fui a la cama sin probar bocado y con la entrepierna dolorida.
El acontecimiento de aquel 9 de noviembre, me salvó de una buena reprimenda. Las noticias sobre manifestaciones y otros menesteres un mes después de la caída del muro, no me salvaron de lo que me vino. Bueno, más bien, de lo que no me vino.

1 comentario:

  1. Mira que perder la virginidad en un coche...¡¡golfa!! jajajajaja Me encanta, preciosa :o)

    ResponderEliminar