viernes, 9 de marzo de 2012

Paréntesis

No sabes por qué estás aquí. Y ahí estás. Encaramada a la barandilla del puente. Y no sabes por qué subiste. Pero ahí tienes al viento dándote bofetadas en la cara. Te mueve el pelo para todas partes y se te enreda en la boca. En los ojos. Te hace cosquillas en la nariz. El viento no te deja mirar abajo. Y no sabes por qué. Aprietas fuerte las manos sobre la barandilla. Todavía no quieres caer. Empiezas a entender para qué subiste. Pero no es el momento. No con el viento azotándote. Así no. Las manos se te ponen moradas por agarrarte tan fuerte. El viento te empuja abajo y no sabes por qué no quieres caer. Si total, subiste para eso. Pero no, tus dedos como garras asen la barandilla del puente. Y el viento te cubre la cara con tu pelo. No puedes ver nada. Y sigues sin saber por qué estás aquí. Aunque sepas para qué subiste. Sueltas una mano de la barandilla para quitarte el pelo de la cara. Ahora sí abres los ojos. Y miras. Miras abajo. El viento ha hecho un paréntesis y deja de soplar. Entonces, sueltas la otra mano y saltas. Y sin saber por qué, te ves volando.

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